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Los incentivos fiscales y otras ventajas, como el aparcamiento gratuito, un mercado diverso de vehículos fabricados en el extranjero y en la UE y una amplia red de carga, han orientado casi todo el consumo nacional del país hacia los vehículos eléctricos.
Tras establecer un objetivo no legislativo y vago de eliminar gradualmente los coches de combustible fósil en 2017, los datos recientes del mercado sugieren que el objetivo está ahora al alcance de la mano para el país ártico de 5,5 millones de habitantes.
A pesar de que las bajas temperaturas agotan regularmente las baterías, consumidores afirmaron que la autonomía y la carga no eran grandes problemas dado un simple cambio de mentalidad: de cargar cuando lo necesitas a cargar cuando puedes.
También dijeron que no hay ninguna razón por la que el modelo noruego no pueda ser adoptado por otros países, ya que no hay realmente una mentalidad excesivamente «verde» en las decisiones de compra. Se trata más de garantizar que los vehículos eléctricos estén disponibles, sean asequibles y sensatos.
