CAMBIA EL CHIP

CAMBIA EL CHIP

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Por Elizabeth Mena

La gestión del riesgo no es un gasto. Es la inversión más inteligente —y humana— que una empresa puede hacer.

Trabajar en la industria minera me enseñó que la sostenibilidad y la gestión de riesgos no son conceptos abstractos. Son la base para garantizar la continuidad operativa, proteger vidas y construir reputación a largo plazo. La exposición a entornos complejos y vulnerables exige una mentalidad clara: la prevención no es opcional.

Hechos como lo ocurrido recientemente en Jet Set, la desaparición de una turista en Punta Cana, o los múltiples accidentes laborales diarios, no son simples incidentes. Son señales de alerta. Nos recuerdan que, como país, aún tenemos una gran tarea pendiente. No podemos normalizar lo evitable. No podemos resignarnos ante lo prevenible.

Y aunque solemos mirar al Estado como el principal responsable de garantizar la seguridad ciudadana y laboral, el sector privado ya no puede seguir esperando. Las empresas tienen la capacidad —y el deber— de actuar. Desde la forma en que se construyen infraestructuras, se capacita al personal, se mantienen los equipos y se comunican los protocolos, cada decisión cuenta.

CAMBIA EL CHIP:
La seguridad no es un lujo. Es una responsabilidad compartida.
La resiliencia no se improvisa. Se planifica.
La prevención no es una carga. Es una ventaja competitiva.

Integrar la gestión del riesgo al ADN empresarial implica ir más allá de lo básico. Requiere auditorías periódicas, actualización constante de protocolos, capacitación continua, inversión en tecnología y canales de comunicación claros tanto con colaboradores como con clientes. Pero también implica disposición a colaborar con las autoridades, otras empresas del sector y las comunidades vecinas.

No se trata solo de evitar pérdidas. Se trata de generar confianza. De posicionarse como líder responsable. Las empresas que actúan con seriedad en este tema son las que serán recordadas no solo por su rentabilidad, sino por su compromiso con la vida y con el futuro.

La sostenibilidad no se limita al medio ambiente: también es cuidar a las personas, prevenir tragedias y asegurar la continuidad del negocio incluso en escenarios adversos. Esto es parte de la nueva visión empresarial.

Hoy más que nunca, invito al sector privado a cambiar el chip.
A dejar de ver la gestión del riesgo como una obligación impuesta y empezar a verla como lo que realmente es: una inversión que salva vidas, protege reputaciones y garantiza la permanencia.

La transformación empieza con una decisión. Y esa decisión no puede esperar más.

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