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Lis Suárez-Visbal, Ashoka Fellow responsable de la investigación, nos responde algunas preguntas para entender cómo es posible mirar al futuro con optimismo y qué supone realmente este estudio para la sociedad.
¿Es posible ser optimistas mirando el futuro de la industria textil?
No solo es posible sino necesario, pues el futuro no nos está esperándonos allá a que lleguemos. El futuro se construye. Si queremos un futuro que sea más circular e inclusivo, debemos co-construirlo desde ahora. El problema es que hasta este momento la industria se ha ocupado de soluciones corto placistas, trabajando sobre el low hanging fruit, lo que genera que en vez de resolver problemas estructurales de raiz, terminemos con una solución a retazos y que no incorpora la dimensión del tiempo.
Como diría alguien por ahí, los problemas de hoy son hijos de las soluciones del pasado. Si no logramos ampliar nuestro espectro de tiempo de 5 años a 20 o 30 años, no podremos realmente ver el impacto de nuestras acciones hoy. El cambio toma tiempo, sobre todo el cambio sistémico que es el que necesitamos. Pero es critico hacerlo bien con una guía de ruta hacia un futuro sostenible y que no deje a nadie sin contemplar.
¿En qué medida puede ayudar este estudio a cambiar las reglas del juego?
Este estudio ofrece una alternativa al modo de pensamiento actual en la economía lineal, que se caracteriza por ser corto placista, buscar el mayor rendimIento al menor costo posible sin importar que sea a costa de un alto coste social y medio ambiental que solo piensa en las partes como silos como elementos de una cadena de producción, pero no como un sistema interconectado.
Bajo una visión sistémica, la economía circular ofrece la posibilidad de internalizar el impacto ambiental e intenta reducirlo, mediante la reducción de uso de materiales vírgenes, mediante la reducción de la polución y la reducción de los desechos, pero sin un claro objetivo social, la economía circular es una herramienta incompleta.
