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En los últimos días, el sureste de España ha sido testigo de una catástrofe climática sin precedentes que ha dejado un saldo de más de 200 personas fallecidas y decenas de desaparecidos. La causa de esta tragedia es un fenómeno meteorológico conocido como Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), que provocó intensas lluvias, vientos fuertes y tornados en la región de Valencia, sumando pérdidas humanas y materiales considerables.
¿Qué es una DANA?
La DANA, un término ampliamente utilizado por los meteorólogos españoles, se refiere a un fenómeno en el que una masa de aire polar muy fría queda aislada y circula a gran altitud, entre 5,000 y 9,000 metros. Este sistema se encuentra separado de las corrientes de aire habituales que influyen en el clima y, al entrar en contacto con el aire cálido y húmedo del mar Mediterráneo, genera condiciones propicias para fuertes tormentas.
Las DANAs son comunes en el área mediterránea, especialmente a finales del verano y principios del otoño, cuando las temperaturas marítimas alcanzan sus niveles más altos. Este choque de masas de aire crea un entorno extremadamente inestable, permitiendo que las nubes de tormenta crezcan rápidamente y acumulen grandes cantidades de humedad. El resultado son lluvias torrenciales que pueden superar los 500 litros por metro cuadrado en pocas horas.
Impacto y duración del fenómeno
A diferencia de un temporal común, que suele desplazarse hacia el este y desaparecer en poco tiempo, una DANA puede permanecer estacionada en un lugar durante días o incluso moverse en sentido contrario, en un proceso llamado retrogresión. Este comportamiento aumenta el potencial destructivo del fenómeno, ya que la constante acumulación de humedad y la liberación de precipitaciones extremas generan inundaciones y otros desastres naturales.
En el caso del reciente episodio en España, la Agencia Española de Meteorología (Aemet) ha calificado la situación como «el temporal más adverso del siglo en la Comunidad Valenciana», comparable a otros eventos históricos como la DANA de 1973, que causó grandes estragos en las regiones de Almería, Granada y Murcia.
Relación con el cambio climático
Los expertos coinciden en que la intensificación y la frecuencia de las DANAs están estrechamente relacionadas con el cambio climático. El aumento de la temperatura del mar Mediterráneo contribuye a que haya más energía y humedad disponibles, potenciando la formación de estos fenómenos meteorológicos extremos. Aunque las DANAs han ocurrido históricamente, el calentamiento global está facilitando que estos eventos sean más frecuentes y potentes.
Un estudio de la Sociedad Meteorológica Estadounidense reveló que, desde la década de 1960, ha habido un aumento de estos fenómenos a nivel global. Este dato subraya la urgencia de tomar medidas que mitiguen el impacto del cambio climático y protejan a las comunidades de sus devastadoras consecuencias.
La DANA y sus consecuencias
El paso de una DANA no solo implica lluvias intensas, sino también vientos fuertes, bajadas drásticas de temperatura y, en algunos casos, tornados. Estos elementos combinados pueden causar deslizamientos de tierra, riadas que arrasan poblaciones enteras y destrucción de infraestructuras críticas.
En el reciente episodio en España, el impacto fue devastador. Las imágenes de las localidades afectadas muestran calles convertidas en ríos, casas destruidas y miles de personas atrapadas y buscando refugio. La respuesta de emergencia ha sido intensa, con rescatistas trabajando sin descanso para encontrar a los desaparecidos y atender a los afectados.
El fenómeno de la DANA pone de manifiesto la vulnerabilidad de las regiones mediterráneas ante el cambio climático y la necesidad de adaptar las infraestructuras y los planes de emergencia para enfrentar eventos meteorológicos extremos. La comprensión y preparación ante fenómenos como la DANA son vitales para mitigar los daños y proteger a las comunidades en riesgo. A medida que el mundo sigue enfrentando el calentamiento global, es probable que fenómenos como este se vuelvan cada vez más comunes, desafiando a los gobiernos y a la población a tomar medidas más efectivas para adaptarse y responder ante futuras crisis climáticas.