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“El reto de esta intervención no sólo ha sido la complejidad de la técnica sino también la organización. Ha requerido movilizar a un conjunto muy grande y heterogéneo de profesionales, y su perfecta coordinación ha sido la gran clave del éxito”, indica la doctora Anna López Ojeda, que lideró el equipo de profesionales junto al doctor Oriol Bermejo.
“El Hospital de Bellvitge destaca por trabajar siempre de forma muy multidisciplinar y en este caso esto ha quedado más patente que nunca. Hacer el primer trasplante era lo más difícil. Estamos preparados para repetir la experiencia si surge la ocasión”, explica Bermejo.
El paciente receptor del trasplante de cara fue un hombre de 47 años que sufría de neurofibromatosis de tipo 1. Se trata de una enfermedad hereditaria que provoca que se formen tumores benignos en la cara y otras partes del cuerpo.