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Durante los experimentos, Fischbach descubrió que cuando se modificaba la bacteria S. epidermidis para que contuviera un pequeño rastro genético de la bacteria del tétanos, el sistema inmunológico la atacaba con la misma ferocidad que antes. Al tiempo producía una respuesta inmunitaria independiente al gen del tétanos, del tipo que se esperaría de una vacuna.
El equipo descubrió mediante un examen más detallado de S. epidermidis que produce de forma natural una proteína grande llamada Aap. Esta molécula con forma de árbol es cinco veces más grande que las proteínas normales, y tan grande que sus «ramas» sobresalen de la pared celular. Fischbach y su equipo creen que esta es la razón por la que la respuesta del sistema inmunológico a este microbio es tan sólida. Las células inmunitarias de nuestra piel y de los folículos pilosos pueden estudiarlo incluso sin entrar en contacto directo con él.
Se descubrió que los ratones, que no tienen una colonización nativa de S. epidermidis, tenían respuestas inmunes a este microbio a un nivel superior al de la vacuna después de que se les aplicara un hisopo directamente sobre el pelaje.
Fischbach y su equipo determinaron que esto podría ser la base para una vacuna tópica, una en la que la bacteria está diseñada para transportar el material genético de las enfermedades más peligrosas de la humanidad. Pruebas posteriores realizadas en los ratones descubrieron que la aplicación de S. epidermidis diseñada para transportar el tétanos generó suficientes anticuerpos para proteger a los ratones de una dosis letal seis veces superior a la de la toxina del tétanos, un descubrimiento verdaderamente asombroso.
