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«Queríamos ir más allá de los eventos aislados«, indica la líder de la investigación, Ana Triana. «Nuestro comportamiento y estados mentales están constantemente moldeados por nuestro entorno y nuestras experiencias. Sin embargo, sabemos poco sobre la respuesta de la conectividad funcional cerebral a los cambios ambientales, fisiológicos y conductuales en diferentes escalas de tiempo, desde días hasta meses».
Esto sugiere que un entrenamiento o una noche de insomnio, incluso de la semana pasada, podrían afectar al cerebro (y, por lo tanto, a la atención, la cognición y la memoria) hasta bien entrada la semana siguiente.
Aunque el estudio no se centró exclusivamente en la actividad física, los resultados reflejan lo que el gurú del ejercicio cardiovascular, el doctor Benjamin Levine, dijo recientemente en un popular podcast sobre salud y fitness sobre cómo el ejercicio debería considerarse mejor como parte de la “higiene personal”.
En el experimento finlandés, también se descubrió que la actividad física influía positivamente en la forma en que interactúan las regiones cerebrales, lo que podría afectar la memoria y la flexibilidad cognitiva. Incluso los cambios sutiles en el estado de ánimo y la frecuencia cardíaca dejaban huellas duraderas de hasta quince días.